sábado, 22 de enero de 2011

¿La curiosidad mató al gato?

Ataviado con un abrigo de curiosidad infinita, giró su cabeza con la certeza de que el nuevo mundo que siempre había soñado se desplegaría al fín, mágico, sobre el suelo de su propio destino. Un corazón en combustión, martilleado por el ansia enfermiza del deseo, le guió a ciegas hasta la puerta misma de lo incierto, no sin antes advertirle que la confortable seguridad que ya conocía se iba a esfumar como una pompa de jabón que explota en mil pedazos. Aún así, el instinto lo estaba llevando a empujones, como el lado negativo de un imán que dejaba inservibles sus frenos. Corría sin preguntarse hasta cuánto estaba dispuesto a perder, hasta dónde podría llegar, ni siquiera si volvería a ver esas caras que durante tantos meses lo colmaron de atenciones y cariño. Es más fuerte que yo, se dijo.

Sin apenas darse cuenta, llegó al borde mismo de lo desconocido, y el puzle de sus sueños comenzó a cobrar vida, a hacerse tan real que podía olerse. Nunca olvidaría ese permufe penetrante de la novedad, bálsamo pastoso que dejó su sangre plomiza y sus ojos pesados como bolas de piedra. No seré capaz de dar un paso, pensó. Se estaba equivocando. No lograré dar el siguiente, y volvió a errar. Unos minutos resultaron suficientes para dominar la frontera de lo extraño e irse familiarizando con los cantos de sirena que le mecían en su baile de inspección. De ahí a tomar partido no había más que un pequeño grano de arena. Nunca tanta distancia había ocupado tan poco espacio. Cambiar su vida era tan sencillo como trepar por los tejados de lo insondable y hacerlo suyo, llenandolo de sus huellas.

Pero, maldita sea, siempre hay alguien que termina por arruinar los planes de cualquier explorador que se precie. El miedo, la inseguridad, la sobreprotección, hicieron que aquellos que tanto lo habían cuidado anteriormente terminaran con todo su deseo de un manotazo, contundente e inevitable, como una especie de muerte que te permite seguir vivo. ¿Por qué no puedo seguir? ¿Por qué no puedo hacerlo?

El recuerdo vibrante de su escapada lo estuvo acompañando durante todos sus sueños aquella noche, y posteriormente muchos otros días. Su vida cotidiana siguió desarrollándose como siempre, y, para que vamos a engañarnos, era bastante plácida y sencilla. Pero la gigante gota de la tentación había teñido su corazón de curiosidad para siempre, y por muy bien que estuviera con su rutina del dia a dia, ardía en constantes anhelos de que se volviera a repetir alguna vez aquel bombeo de preguntas sin responder que guiaron sus pasos hasta el borde mismo de lo incierto.




1 comentario:

Unknown dijo...

Hoy,tomando el cafe,he vivido una gran aventura con nuestro amiguito con pelo.
Es increible como la travesura de un gatito que intenta asomar la cabeza por la ventana, pueda ser descrita como la mayor de las aventuras,que sin duda para Samuel lo fue.
Espero que se quede siempre con nosotros ,aunque si algun dia decide explorar lo desconocido no podremos culparle ni estar enfadados con él,pues estaria haciendo lo que tanto nos gusta hacer a nosotros.
Un millon de caricias para mi Indiana Jones favorito.
Muchos besitos para mi hermanito y para ti. Me tienes que contar como lo haces y darme algun que otro consejo para escribir con ese ritmo tan hipnótico y conmovedor.

SE YOU¡¡¡